Ayer por la noche me paré a escuchar la lluvia y me gustó. Fui feliz, totalmente feliz en ese momento porque estaba en la cama escuchando la lluvia. Hay mucha gente que no se lo puede permitir y yo lo valoré tanto que explotaba de alegría. Por dentro, claro está, y en silencio.
Luego fui feliz, otra vez, porque estrené un par de juguetes que había comprado esa tarde y sentí una gran satisfacción. La de una compra bien hecha. Se me hace difícil hacer una compra y no arrepentirme después :"a este paso me quedo sin vacaciones". Pero esta vez acerté, me divertí y esé momento en el que nada importaba fue como un regalo. Después me desperté, a eso de las dos de la mañana, y estaba tan feliz que no podía dormir. Fui a la nevera, dando pequeños saltitos, silenciosos, no molestar, y me hice una merienda. Cuando volví a la cama leí. Y lo disfruté muchísimo. Siempre hay una excusa mejor, siempre tengo mil cosas que hacer. Pero en una noche como esa, sin sueño que te arrastre, o eso, o jugar otra vez. Y para mi personal satisfacción hice las dos cosas por ese orden. Y no necesité nada más. Hacía tiempo que una noche no me daba tanto de sí, y además descansé.
Creo que sería egoísta pedir más. Por el momento...
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
1 comentario:
ahí está no todo es port aventura...
Publicar un comentario